jueves, 27 de octubre de 2011

SOBRE LOS GRUPOS DE DISCUSIÓN


1.       
Identificación del texto
1.1     Título:
LA EDUCACION, CULTURA Y TIC
Lectura Nº 1          
Grupos de discusión
En: Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales.
1.2     Autor: Canales, Manuel; Peinado, Anselmo
1.3     Editor: Síntesis
1.4     Fecha de edición: 1997
1.5     Ciudad: Madrid.

Presentación general del texto
El documento titulado por Manuel Canales como Grupo de discusión, hace referencia a las técnicas cualitativas propias de los grupos de discusión y su eficacia depende del modo en que el investigador las haya subjetivado; y que en esta medida, cada sujeto y objeto se constituyen de acuerdo a la observación que se genere gracias a estas técnicas. De aquí que toma como referencia el libro Más allá de la sociología, de Ibáñez para familiarizar al lector con dicha técnica.

El estatuto sociológico del discurso social.
Entre la práctica social y el discurso de estas prácticas hay una relación intrínseca en que el segundo siempre retorna a la primera.  En el campo semántico del discurso se pueden detectar qué elementos son incluidos o cuáles son excluidos  en su estructura, para lo cual hay que confrontar varios observadores internos (los miembros del grupo de discusión?). La declaración de sus agentes hace el criterio del sentido, es decir, la conciencia del grupo. Así, afirma que la sociedad crea unos símbolos que ella mismo comprende (Cfr. Pág. 163 – 164).

El grupo de discusión y el discurso social
El grupo de discusión es una técnica de talante cualitativa y que ha sido asumo por varios teóricos latinoamericanos con perspectiva crítica (Cfr. Pág. 165), en que el investigador debe reflexionar sobre ella misma, asumiendo sus procedimientos demostrando que es posible utilizarla. Así la técnica debe ser susceptible de ser aprendida y entendida como  esquemas.

El grupo de discusión es una técnica que trabaja con el habla, en que se articulan el orden social y la subjetividad, y se desarrolla precisamente en grupo porque aparece diseminado en lo social y se manifiesta en el exterior del individuo, es decir, en la interacción social. “Si el discurso social se halla diseminado en lo social mismo, el grupo de discusión equivaldrá a una situación discursiva…” (Ibídem. Pág. 167), en que el grupo actúan retícula en que se sitúa y ordenan el sentido social con su correspondiente campo semántico.

El autor Francisco Pereña hace una relectura de la obra póstuma de Saussure y dice que cuando hablamos nunca se restituye el signo como unidad de significante y significado, ya que en el sentido del significante siempre decimos algo más, y que unos significantes son sustituidos por otros, que al interior de estos se generan nuevos sentidos. En el caso de la ideología (que actúa como presión semántica) el sujeto elige sus significantes aunque sea condicionado por la presión semántica. Como las palabras pueden sustituirse, y esto se debe al intercambio de valor semántico, entonces, esto es lo que produce el sentido (Cfr. Pág. 168). En el caso del sentido común, no se toma en cuenta la que se dice o no se es consciente y por ello nos encontramos en ocasiones con contradicciones o cambios de opiniones. Así, el sujeto es dueño de sus opiniones aunque no tenga claro la estructura que la genera.

En la situación discursiva que el grupo crea se encuentra a sí mismo, en que las hablas individuales se acoplan entre sí mediante el sentido (recuerde que el sentido es producto social de interacción en el grupo). Lo que recupera el investigador es lo que produce, en este caso, en grupo (que en términos de Ibáñez es un capta)

La forma del grupo de discusión
El grupo de discusión presenta o manifiesta varias modalidades de grupos, y por tanto, en esta técnica se reconoce:

La forma-grupo
Se espera que el grupo lo sea no solo teóricamente sino también en la práctica, a pesar que sólo sea un método de investigación.  Manuel Canales advierte que no se trata de una conversación común, o una terapia de psicología o un foro público, pero que sí recoge de ellas algunos elementos, inspirados en la ideología de la discusión., y que adecua a la investigación.
1.        El grupo de discusión se crea a partir de la situación discursiva, por eso se dice que es un grupo artificial y su conversación también. No se puede constituir a partir de un grupo natural ya que este tiende a divagar, y lo que se pretende es que el grupo se constituya en el acoplamiento de la palabra al construirla socialmente.
2.        El grupo se constituye en dos razones: el que tiene por finalidad un trabajo por desarrollar y que se hace con el placer de hablar sobre el tema en discusión.
3.        En el grupo se instaura un espacio de opinión, en que, a manera racionalista tipo moderno (Habermas, señala el texto en cuestión), se configura un dominio de responsabilidad, en que las opiniones son tratadas como producto, y se produce un discurso para otro. La ideología conversacional es la inspiradora y sirve para sostenerla. Se actúa como en un foro a diferencia de que los participantes se representan a sí mismo. Son particulares agrupados.

Forma discursiva
Aquí el investigador fomenta la conversación articulada a las distintas perspectiva de participación, ya que no es necesario que todos estén de acuerdo entre sí, sino que los interlocutores generen el proceso de la discusión. Siguiendo a Ibáñez, Canales agrega que puede haber distintas perspectivas en una misma persona (Cfr. Págs. 173 – 174)

Queda en evidencia que la conversación es algo compartido en cuanto es dirigida por el habla investigada o por el investigador con sus funciones en torno al grupo. Con ello, se da cabida a la identificación colectiva que es el habla común, y esto es lo que normatiza al grupo.

El grupo de discusión y otras técnicas de investigación social.
“Las técnicas de investigación pueden concebirse como dispositivos de producción y regulación del habla investigada” (Ibídem. Pág. 175)

Frente a la investigación cuantitativa.

-          Las técnicas de este talante cuantitativo definen el modo de investigación de acuerdo a los anuncios que la definen, posiblemente elegidas por el investigador. En cambio, en las investigaciones de talante cuantitativo trabajan  como juego de lenguaje abierto a la irrupción de la investigación, es decir, de lo que se va conociendo y descubriendo en sus estructuras de sentido.  Otra diferencia entre las dos técnicas se establece en la manera de concebir al hablante, la primera como individuo, y la segunda como agente social.

Frente a la entrevista de respuesta abierta
Se reafirma que el grupo de discusión permite la reconstrucción de sentido a nivel colectivo. Su límite inicial se sitúa en entrevista de preguntas abiertas  en que se considera la respuesta particular. La estructura del discurso se limita con el instrumento (la entrevista) que provoca y controla el habla.

Grupos de discusión y entrevista en profundidad.
Esta entrevista supone una situación cara a cara y personal, en que el investigador se informa del investigado pero no puede producir su propia habla. El investigador reconstruye el conjunto de relaciones semánticas desde su propia perspectiva (Cfr. Pág. 176 – 177) Por tanto, la entrevista abierta sólo es válida cuando no pretende reconstruir el sentido social o las perspectivas sociales representadas por un solo individuo.

Grupo de discusión y entrevista de grupo
Cuando un grupo de discusión es afrontado por un investigador, el discurso se determina, y, aunque actúa como grupo de discusión, las respuestas siempre son particulares. “Se escucha al grupo, pero se habla como entrevistado en singular” (Ibídem. Pág. 175)

La técnica del grupo de discusión.
A continuación, aparecen en este documento algunas caracterìsticas de la tècnica del grupo de discusión.

-          Demanda del cliente y diseño. Como punto de partida está la pregunta inicial, con la que se orienta la indagación, capturando información y sentido. El investigador prepara cómo ha de desarrollar la entrevista a su arbitrio, a su diseño. Aunque no hay procedimiento canónico, se pueden señalar algunos criterios al respecto: La muestra que se considera, pretende tomar en cuenta determinadas relaciones sociales, pensando en qué “tipos” sociales se someten a esta práctica. Hay que ser claros en las variables, pues cada vez que se introduce una de ellas puede afectar otras (Cfr. Pág. 181). El autor de este documento señala que hay que saturar el campo de habla de manera pertinente; luego, definir el grupo excluyendo situaciones incomunicables que puedan reprimir el habla (como la presencia de patronos con obreros). Las relaciones comunicables son de tipo inclusivo y lo son en función del tema. Por tanto, se debe considerar como criterio un mínimo de homogeneidad y heterogeneidad (Cfr. Pág. 184).

-          La pertinencia del número de actuantes, como mínimo, es de dos, ya que lo que se considera es la facultad de escucha, lo que no sucede en grupos elevados. Sin embargo, el tamaño del grupo de discusión ha de ser de cinco ya que dos personas no conforman grupo. El investigador determinará la cantidad de actuantes, de acuerdo con el tema (Cfr. Pág. 185 – 186).

-          Manuel Canales ofrece en este documento un ejemplo en que se aplicó esta técnica, y se consideraron como criterios la edad, sexo, estatus, y hábitat. Él describe cómo se conformaron los grupos, y cómo se trató de combinar la heterogeneidad con la homgeneidad (Cfr. Pág. 186 – 189)

Fase de campo.

Corresponde a los aspectos logísticos:
-          Cuando se convoca a los grupos (la captación). Hay que tomar en cuenta que los participantes no se conozcan.  Se aconseja utilizar redes sociales para la captación, operando en la red de relaciones sociales hacia arriba y hacia abajo. Se advierte que las razones técnicas no pueden quedar supeditadas y que ninguno debe conocerse.

-          Canales afirma la necesidad  de la contraprestación, es decir, para por los servicios prestados con un cheque regalo, que puede ser dinero metálico, en especies, o bien “dinero contante y sonante” (Cfr. Pág. 191).


-          Es importante que el espacio físico esté ausente de marcas que condicionen al grupo.

-          Lo mismo ocurre al interior del local, cuando la disposición de sus componentes actúan como marco de referencia. Por ello, es preferible asignar los asientos. La presencia de la mesa, aconsejablemente redonda, potencia la conciencia de trabajo (Cfr. Pág. 193)


-          El texto producido en la discusión se registra en un medio magnético o video, lo cual permite reconstruir el sentido de algunas locuciones. Así, el registro recoge el texto en toda su extensión y objetividad. Los participantes han de saber que los están grabando.

-          La duración de un grupo de discusión se inaugura al exponer el tema, del cual depende el tiempo que ha de durar la actividad, lo que oscila entre uno o dos horas, aunque en algunos casos pueden durar semanas.

La dinámica del grupo de discusión.
El grupo se conforma por las relaciones entre sus miembros, y en esta técnica donde ninguno se conoce, se irá conformando de acuerdo al desarrollo del proceso en torno al tema, relacionándose los participantes a través del moderador o prescriptor (Cfr. Pág. 197)

La intervención inicial
El grupo se constituye por el prescriptor (Cfr. Pág. 198) que designa a cada uno, a su debido tiempo, la palabra dándole valor a quien participa. El prescriptor no se ha de situar por encima del grupo. Puede situarse en el contexto discursivo en que emerge el tema que interesa.


La convergencia en la estructura de sentido

Aquí, el grupo se configura en la palabra en cuanto la dinámica se desarrolle de esta manera:

1.        El prescriptor instituye el grupo como espacio de habla.
2.        No hay que callar, ya que el silencio es sinónimo de angustia, tanto en el prescriptor como en los participantes.
3.        Se deben evitar aprobaciones a las intervenciones de los participantes.
4.        Las participaciones girarán en torno al centro de discusión.
5.        Cuando todos convergen sobre el tema, se ha diseminado la estructura del discurso social.


¿De qué manera  interviene el prescriptor durante la sesión?
El prescriptor debe fomentar las relaciones simétricas, la igualdad, y moderar al líder cuando actúa en contra del grupo. También debe actuar como encuadre para que la discusión no se disgregue, y finalmente, puede intervenir en los nudos para facilitar el desarrollo de la discusión, incluso interpretando los aportes cuando los participantes así lo admitan (Cfr. Pág. 204 – 205)

Conclusiones:
Una vez hecha la lectura de Manuel Canales, he llegado a las siguientes conclusiones:
·         Las discusiones grupales es una técnica que aplican investigadores a grupos determinados de personas para sustraer información a partir del habla con relación a un tema dado.
·         Las técnicas de discusión se utilizan de dos formas: una cuantitativa, en que lo que importa es el resultado inmediato y que se puede aplicar a una persona en particular cuando se sustraen respuestas precisas; la otra es cualitativa, y en esta se requiere de la observación del investigador que pone en juego las relaciones sociales que se desarrollan en un grupo de discusión alrededor de un tema. Lo que importa aquí es lo que se va produciendo en el desarrollo de la discusión conforme al tema dado.
·         Estas técnicas tienen un parecido al modelo clásico de entrevista. La diferencia es que en la entrevista el moderador o preceptor como lo llama nuestro autor, no puede usar su participación subjetiva. En los grupos de discusión el preceptor tiene la función de animar a los participantes a hablar en torno a un tema y mediar para que se desarrolle el mismo.
·         Con todo, el grupo de discusión genera un texto, un producto mediante la intervención de los participantes. Esto es lo que interesa en la técnica, ya que se trata de considerar el habla como una relación social, en que los participantes son agentes sociales y que construyen un texto mediante la discusión.

OPINIÓN:
Esta técnica de análisis y observación se basa en grupos reducidos y determinados. No es un grupo piloto porque los participantes no representan una colectividad o al mismo grupo sino que cada uno se representa así mismo, y por tanto cada uno tiene su discurso, sea determinado por ideologías o por simples opiniones, y en este sentido, el grupo de discusión crea un texto mediante la puesta en escena de todas estas ideas que surgen y se manifiestan en el habla.
Ahora, ¿cómo incorporar ésta técnica con el proyecto?. Diré que la técnica es buena. Sin embargo, abría que pensar en qué momento sería factible su utilización. Si nuestro proyecto apunta a la construcción de la autonomía en los niños de grado quinto, ¿es válida la aplicación de esta técnica? Esta pregunta la formulo porque uno de los criterios para aplicarla es que los participantes no se conozcan,  ni siquiera una pareja de ellos. En este sentido, no nos garantizaría los resultados esperados. Y si convocamos a niños de distintos planteles de distintas localidades, considerando la edad y el grado en curso, ¿esto garantiza que no se condicionen para el desarrollo de la discusión? Pues, otro factor a considerar la aplicación de esta técnica es que no debe haber ni elementos externos ni elementos internos que puedan condicionar la participación a la hora de generar la discusión. En última, ¿será que los niños se prestan para realizar un grupo de discusión? No quiero negar la posibilidad de aplicar el grupo de discusión, pero sí hay que considerar los factores que intervienen en una situación como la que estamos planteando ahora.

martes, 19 de julio de 2011

Narrativas

He titulado este corto ensayo Narrativas para hacer unas precisiones con relación a las mismas. De ahí que, el objeto de este escrito será comprender la conceptualización que Jaime Alejandro Rodríguez Ruiz ofrece en sus documentos[1].

Desde la concepción común de la sociedad, narración es contar, decir con palabras sucesos ocurridos, hacer historia desde lo oral. Ahora, con la concepción de Rodríguez, la narración es “poner en palabras algo vivido”, es decir, algo que se puede expresar, que puede ser algo sobre uno mismo o sobre otros, y que tengan un talante expresivo de significación. Veamos un ejemplo: “Paso a detallar a continuación una historia que oí contar muchas veces entre los vecinos de un barrio de Bogotá. Todo ocurre en una casa, sin misterios ni espantos, pero sí de magia y mucha imaginación”[2].

El fragmento anterior  dispone a tomar atención sobre algo que se va a contar, se va a exteriorizar porque se tiene referencia, tiene significado y sentido para quién pone a colación el asunto de una experiencia.

Seguidamente diré que he entendido por narrativa a una parte de la literatura que se encarga de establecer la categorización y la formalización de ciertos escritos que tiene por objeto contar, como en el caso de Cien años de soledad, de García Márquez, que cuenta su versión de América Latina con el símbolo de Macondo, y lo hace con su escrito que incluye su estilo propio y un tipo de literatura definida. Rodríguez me ha dado mayor claridad al inculcarme que la narrativa requiere la construcción de la narración: “Implica un grado de conciencia sobre el uso de las palabras, sobre la elaboración misma y la forma de la narración”[3], y quién lee (el narratario) debe asumir las consecuencias de la propuesta de este tipo de escrito. Por ejemplo, en las primeras líneas ya existe esa pertinencia periodística que técnicamente se utiliza  en las noticias de primera plana: “El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo”[4].

Y ahora concluiré con lo que se entiende por narratología, que, por su término pensaré que es una disciplina literaria encargada del estudio de los géneros narrativos, son sus tendencias literarias, sus propuestas estéticas y su estilo personal, según su autor. Rodríguez Ruiz me ha dejado otros tantos conceptos. Así, existen varias teorías que dan pautas para el estudio de las narraciones, ya sean desde un enfoque estructural o interpretativo. Aquí se nombran tres perspectivas: la que toma como referente un eje sintagmático de la narración, otra que propone una perspectiva de orden lógico y otra que busca construir la gramática del relato. Con todo, el lector debe poseer las cualidades propicias para la comprensión del significado de un texto. El saber científico requiere de pares bien formados; se debe tener alguien que le entienda su lenguaje.

Respecto a la narratología, señalaré a Bajtin con su propuesta de análisis literario contemporáneo en que indica que las narrativas de ahora consideran en su estética lo carnavalezco, la intertextualidad, o tal vez la exageración. También puedo nombrar a Mario Vargas Llosa con sus estudios aplicados a algunos textos narrativos.

Con todo, concluiré diciendo que la narrativa es ejercida por el que cuenta y por el que recibe la narración; esto es, el narrador organiza la narración de modo que el narratario (quien lee o escucha la narración) es inducido a descubrir el orden íntimo y el sentido de la narración. En la narratología, el narratario indaga por el sentido  de la experiencia vivida por parte de quien narra y averigua el sentido de lo narrado; es decir,  interpreta mediante la estructura de sentido que ha extraído de un texto narrativo.
GLOSARIO COMPLEMENTARIO:
1.      La narración es poner en palabras algo vivido, presenciado, escuchado o imaginado. Es posibilidad de expresión, nos impele a esa búsqueda de contacto. La narración está presente en todos los actos de nuestra cotidianidad, ya que todos los días escuchamos historia o relatos de acontecimientos.  La narración es la expresión de la experiencia que se da en la cotidianidad.
2.      La narrativa es un ejercicio que busca y a la vez exige la atención. La narrativa es proponer un pacto de lectura o interpretación de la narración que comprometa la actividad creativa tanto del que narra como de quien lee o escucha. El lector debe descubrir el orden íntimo de su lectura.  Se debe tener una competencia narrativa, con una fuerte formación narrativa. La indagación del sentido de una narración conduce al encuentro de distintos sentidos, y esto depende de la experiencia previa del lector y su destreza de interpretación. El lector termina haciendo su propio texto.
3.      La narratología es el conjunto de estudios y métodos creados para comprender objetiva y científicamente las narraciones y asociada a la investigación del texto narrativa. Así, existen varias teorías que dan pautas para el estudio de las narraciones, ya sean desde un enfoque estructural o interpretativo. Aquí se nombran tres perspectivas: la que toma como referente un eje sintagmático de la narración, otra que propone una perspectiva de orden lógico y otra que busca construir la gramática del relato. Con todo, el lector debe poseer las cualidades propicias para la comprensión del significado de un texto. El saber científico requiere de pares bien formados; se debe tener alguien que le entienda su lenguaje.
4.      La expresión es un relato que se exterioriza con la narración. Aquí, se da la condición de identidad, al reconocerse en la historia y sentir algo que nos toca. Se puede afirmar que el narrador es aquel que logra expresar su propia subjetividad de una manera auténtica, haciendo uso de su cauce comunicativa de la narración. Toda narración tiene una tensión  entre la expresión  individual (el estilo) y la forma cultural narrativa (el cauce comunicativo). Por eso, algunos autores hablan de competencia narrativa, y es cuando aparece la expresión individual notable de quien  se expresa (produce) por medio de relatos y que, paralelamente, exige del lector la capacidad para comprender estas formas sofisticadas de comunicación.
5.      La narrativa es ejercida por el que cuenta y por el que recibe la narración; esto es, el narrador organiza la narración de modo que el narratario (quien lee o escucha la narración) es inducido a descubrir el orden íntimo y el sentido de la narración. De indagación del sentido  de la experiencia vivida por parte de quien narra y de averiguación del sentido de lo narrado; es decir, de interpretación por  quien lee o escucha.  El narrador estructura sentido y el narratario  lo extrae.



[1] Rodríguez Ruiz, Jaime Alejandro.  Para el estudio y disfrute de las narraciones. Pontificia Universidad Javeriana. Centro Universidad Abierta. Bogotá, 2004.   Este mismo documento se encuentra vía Internet, cuya dirección electrónica es :
[2] La razón práctica o la  sugestión innata. Por Luz Marina Beltrán, 2008
[3] Op. Cit. Rodríguez Ruiz. Pág. 19
[4] García Márquez, Gabriel. Crónica de una muerte anunciada. Oveja Negra. Bogotá, 1998.

viernes, 29 de abril de 2011

Cerrar y abrir

Cerrar es clausura 
y terminar,
como por ejemplo:
Cerrar dolores del pasado,
recuerdos imperdonables,
y los innegables errores.

Cerrar también es abarcar
un cosmos del universo
y hacerlo estático y perenne
en los linderos
de punta a punta.

En cambio, abrir es apertura
e inicio permitido
de una etapa nueva:
Abrir las ganas de vivir,
rehacer oportunidades,
y tomar rumbos ciertos.

Abrir es causa motora,
de la forma sustancial
y dinámica, que emana
para el fin
y por el fin del sentido.

Cerrar y abrir están contigo,
en mi corazón y en mi razón,
porque eres prudencia y sensatez,
con los pies sobre la tierra y el espíritu de Dios,
así comprendo que abrir y cerrar es amor.


Eddy Tomalá, 2003

miércoles, 30 de marzo de 2011

TRÁNSITO DE LA FILOSOFÍA MORAL POPULAR A LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES

ACTIVIDAD PURAMENTE DE INICIACIÓN FILOSÓFICA


OBJETIVOS:

DIMENSION COGNITIVA: Tiene los potenciales para comprender textos de carácter filosófico
DIMENSION PROCEDIMENTAL: Puede formular cuestiones relacionadas con fundamentos metafísicos y dar razón de ellas
DIMENSION AXIOLOGICA: Es coherente entre su que hacer estudiantil y la disposición para entregar los trabajos requeridos

COMPETENCIA ARGUMENTATIVA: Es capaz de reconstruir textos de carácter filosófico
COMPETENCIA INTERPRETATIVA: Analiza y comprende la naturaleza de textos filosóficos
COMPETENCIA PROPOSITIVA: Explica con ejemplos y con argumentos propios las formulaciones filosóficas de Kant.

Desarrolle concienzudamente los siguientes ítems.

1. Determine las ideas más importantes de la lectura. Subráyelas y compréndalas.
2. Explique detenidamente por lo menos una idea de cada párrafo.


Ahora, ya que ha hecho una aproximación a la lectura, desarrolle filosóficamente las siguientes cuestiones:

1. Explique detalladamente, y con un ejemplo claro la relación que se establece entre deber y acción moral.
2. ¿Por qué la naturaleza humana es frágil, como para poner en práctica las acciones morales?
3. Explique a qué se refiere Kant, en el segundo párrafo, cuando dice que es imposible determinar el fundamento de las acciones morales.
4. ¿De qué manera la razón ordena las acciones morales que se deben hacer, es decir, determina la voluntad humana con presupuestos a priori?
5. Piense, filosofe, y argumente detalladamente la explicación a la siguiente frase: “si no se quiere negar al concepto de moralidad toda verdad y toda relación con un objeto posible, no puede ponerse en duda que su ley es de tan extensa significación que tiene validez”
6. ¿Por qué los ejemplos no sirven para dar razón del concepto de moralidad?
7. Una vez leído, analizado, y sobre todo comprendido el texto anterior escrito por Kant, explique ¿qué es eso del principio supremo de la moralidad, es decir, la metafísica de las costumbres?


Si el concepto de deber que tenemos por ahora ha sido obtenido a partir del uso común de nuestra razón práctica, no debe inferirse, de ninguna manera, que lo hayamos tratado como concepto de experiencia. Todo lo contrario: si prestamos atención a la experiencia del hacer y omitir humanos encontramos quejas no sólo numerosas sino (hemos de admitirlo) también justas, por no haber podido adelantar ejemplos seguros de la disposición de espíritu de quien obra por el puro deber; hallamos que aunque muchas acciones suceden en conformidad con lo que ordena el deber, siempre cabe la duda de si han ocurrido por deber, y, por lo tanto, de si poseen un valor moral. Por eso ha habido en todos los tiempos filósofos que han negado en absoluto la realidad de esa disposición de espíritu en las acciones humanas y lo han atribuido todo a un egoísmo más o menos refinado, aunque no por eso han puesto en duda la exactitud del concepto de moralidad. Más bien han hecho mención, con íntima pena, de la fragilidad e impureza de la naturaleza humana, que si bien es lo bastante noble como para proponerse como precepto una idea tan digna de respeto, es al mismo tiempo demasiado débil para ponerla en práctica, y emplea la razón, que debería servirle de legisladora, para administrar el interés de las inclinaciones, bien sea aisladamente, bien sea (en la mayoría de las ocasiones) en su más alto grado de compatibilidad mutua.


En realidad, es absolutamente imposible determinar por medio de la experiencia y con absoluta certeza un solo caso en que la máxima de una acción, por lo demás conforme con el deber, haya tenido su asiento en fundamentos exclusivamente morales y en la representación del deber. Pues a veces se da el caso de que, a pesar del examen más penetrante, no encontramos nada que haya podido ser bastante poderoso -independientemente del fundamento moral del deber- como para mover a tal o cual buena acción o a un gran sacrificio, sólo que de ello no podemos concluir con seguridad que la verdadera causa determinante de la voluntad no haya sido en realidad algún impulso secreto del egoísmo oculto tras el simple espejismo de aquella idea: solemos preciarnos mucho de poseer algún fundamento determinante lleno de nobleza, pero es algo que nos atribuimos falsamente. Sea como sea, y aun ejercitando el más riguroso de los exámenes, no podemos nunca llegar por completo a los más recónditos motores de la acción, puesto que cuando se trata del valor moral no importan las acciones, que se ven, sino sus principios íntimos, que no se ven.


[…] Por amor a los hombres voy a admitir que la mayor parte de nuestras acciones son conformes al deber; pero si se miran de cerca los pensamientos y los esfuerzos, se tropieza uno por todas partes con el amado yo, que continuamente se destaca y sobre el que se fundamentan los propósitos, y no sobre el estrecho mandamiento del deber, que muchas veces exigiría la renuncia y el sacrificio. No se necesita ser un enemigo de la virtud: basta con observar el mundo con sangre fría, sin tomar enseguida por realidades los vivísimos deseos en pro del bien, para dudar en ciertos momentos (sobre todo cuando el observador es ya de edad avanzada y posee una capacidad de juzgar que la experiencia ha afinado y agudizado para la observación) de si realmente se halla en el mundo una virtud verdadera. Y aquí no hay nada que pueda evitarnos la caída completa de nuestra idea de deber y permitirnos conservar en el alma un respeto bien fundamentado a su ley, a no ser la clara convicción de que no importa que no haya habido nunca acciones emanadas de esas puras fuentes, pues no se trata aquí de si sucede esto o aquello, sino de que la razón, por sí misma e independientemente de todo fenómeno, ordena lo que debe suceder, y que algunas acciones, de las que el mundo quizá no ha dado todavía ningún ejemplo y hasta de cuya realizabilidad puede dudar muy mucho quien todo lo fundamenta en la experiencia, son ineludiblemente mandadas por la razón […] que determina la voluntad por fundamentos a priori.


Añádase a esto que, si no se quiere negar al concepto de moralidad toda verdad y toda relación con un objeto posible, no puede ponerse en duda que su ley es de tan extensa significación que tiene validez, no sólo para los hombres, sino para todos los seres racionales en general, y no sólo bajo condiciones contingentes y con excepciones, sino de un modo absolutamente necesario; por lo cual resulta claro que no hay experiencia que pueda dar ocasión de inferir ni siquiera la posibilidad de semejantes leyes apodícticas. Pues ¿con qué derecho podemos tributar un respeto ilimitado a lo que acaso no sea válido más que en las condiciones contingentes de la humanidad y considerarlo precepto universal para toda naturaleza racional? ¿Cómo vamos a considerar las leyes de determinación de nuestra voluntad como leyes de determinación de la voluntad de un ser racional en general y, precisamente por eso, válidas también para nosotros, si fueran simplemente empíricas y no tuvieran su origen completamente a priori en una razón pura práctica?


El peor servicio que puede hacerse a la moralidad es querer deducirla de determinados ejemplos, porque cualquier ejemplo que se me presente en este sentido tiene que ser previamente juzgado, a su vez, según principios de la moralidad, para saber si es digno de servir de ejemplo originario, esto es, de modelo; así que el ejemplo no puede ser de ninguna manera el que nos proporcione el concepto de moralidad. El mismo santo de los Evangelios tiene que ser comparado, ante todo, con nuestro ideal de la perfección moral antes de que le reconozcamos como tal… Mas ¿de dónde tomamos entonces el concepto de Dios como bien supremo? Exclusivamente de la idea que la razón a priori bosqueja de la perfección moral y vincula inseparablemente al concepto de una voluntad libre. La imitación no tiene lugar alguno en el terreno de la Moral, y los ejemplos sólo sirven como estímulos, al poner fuera de duda la posibilidad de hacer lo que manda la ley, presentándonos intuitivamente lo que la regla práctica expresa de una manera universal, pero no autorizando nunca a que se deje a un lado su verdadero original, que reside en la razón, para limitarse a regir la conducta por medio de ejemplos.


Así pues, si no hay ningún verdadero Principio Supremo de la Moralidad que no descanse en la razón pura independientemente de toda experiencia, creo que ni siquiera es necesario preguntar si será bueno establecer a priori esos conceptos con todos los principios pertenecientes a ellos y exponerlos en general (in abstracto), en cuanto que su conocimiento debe distinguirse del conocimiento común y llamarse filosófico. Pero en esta época nuestra podría, acaso, ser necesario hacerlo, pues si reuniéramos votos sobre si debe preferirse un conocimiento racional puro separado de todo lo empírico, es decir, una metafísica de las costumbres, o una filosofía práctica popular, pronto se adivina de qué lado se inclinaría el peso de la balanza.